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Gracias por dar un poco de luz y demostrar que en Trabanca si hay gente capaz, honesta y con ganas de hacer las cosas bien. Leyendo el blog he recordado un relato que me apetecia compartir con vosotros.
LA ALCALDESA SIN SUERTE
Había una vez un pueblo llamado Sinsorte, en el que los impuestos subían cada vez más y más y el trabajo era cada vez más escaso. Allí vivía una vecina preocupada por su futuro y el de su desempleado marido. Una noche de insomnio salió a pasear y quedó atrapada siguiendo un ratón que cruzaba la carretera. Al levantar la vista se encontró con un charlatan con dientes negros y túnica rosa; "Te haré alcaldesa de Sinsorte, te garantizaré tu futuro..." "¿Así de fácil?" Preguntó desconfiada. "Confía en mí, tu marido sólo tendrá que leer" Parecía sencillo, sin embargo, al poco tiempo el marido de la Alcaldesa de Sinsorte estaba afónico y agotado de leer aquellos documentos incomprensibles e interminables. Estaba tan cansado que un día su amigo tuvo que relevarle y seguir leyendo el. La Alcaldesa y su marido se miraron sabiendo que aquel ya no era un amigo, sólo era otro vecino que también se había cruzado con el charlatan. Por la noche, ya en su casa, el matrimonio miraba el bastón municipal "Cuanta seguridad nos da" dijeron... "Ojalá enmudeciesemos" pensaban.
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Gracias por dar un poco de luz y demostrar que en Trabanca si hay gente capaz, honesta y con ganas de hacer las cosas bien. Leyendo el blog he recordado un relato que me apetecia compartir con vosotros.
LA ALCALDESA SIN SUERTE
Había una vez un pueblo llamado Sinsorte, en el que los impuestos subían cada vez más y más y el trabajo era cada vez más escaso. Allí vivía una vecina preocupada por su futuro y el de su desempleado marido. Una noche de insomnio salió a pasear y quedó atrapada siguiendo un ratón que cruzaba la carretera. Al levantar la vista se encontró con un charlatan con dientes negros y túnica rosa; "Te haré alcaldesa de Sinsorte, te garantizaré tu futuro..." "¿Así de fácil?" Preguntó desconfiada. "Confía en mí, tu marido sólo tendrá que leer" Parecía sencillo, sin embargo, al poco tiempo el marido de la Alcaldesa de Sinsorte estaba afónico y agotado de leer aquellos documentos incomprensibles e interminables. Estaba tan cansado que un día su amigo tuvo que relevarle y seguir leyendo el. La Alcaldesa y su marido se miraron sabiendo que aquel ya no era un amigo, sólo era otro vecino que también se había cruzado con el charlatan.
Por la noche, ya en su casa, el matrimonio miraba el bastón municipal "Cuanta seguridad nos da" dijeron... "Ojalá enmudeciesemos" pensaban.
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